Agentes de la seguridad

diumenge, 28 de setembre del 2008

Como fiel seguidora del RCDE que me siento, no podía faltar a la cita que ayer se daba en Montjuí. Al más puro estilo de domingo, nos acercamos con nuestros enseres para entrar al campo. Rodeados de abuelitos con boinas blanquiazules, familias con sus hijos y nietos, parejas y demás; nos topamos con un par de agentes de la seguridad dispuestos a registrarnos. 

Podía darse el caso de que cualquier persona que respondiera al típico perfil de la puerta 3, dispusiera de algún tipo de arma que pudiera herir a cualquier sujeto dentro del campo. Como medida preventiva no está nada mal, ya que los abuelitos de hoy en día están revolucionados con todo lo que conlleva todo eso del imserso; o las mismas familias, que entre los críos alterados, buscar el lugar de sus asientos y conseguir que todo esté en orden... en fin, todos estos individuos suponen un auténtico peligro para el campo y la afición en general. 

Para ello, contratan a los agentes de seguridad; éstos han de poner orden a todo este revuelo que estos individuos generan antes de entrar al campo. Es por ello que después de esperar en la cola infinita, nos registraron de arriba a abajo, tal y como es de esperar en el derbi catalán, ya que todos los peligros antes citados, se acrecentan de la misma forma que el número de agentes de seguridad. Una vez registrados, me hacen sacar las botellas de agua, y me exigen que o tiro el tapón delante de ellos al suelo, o me quedo sin agua, arriesgándome a tener una deshidratación ahí mismo, durante el partido. Mi pregunta fue clara: Pero, ¿Por qué?. 

El agente de seguridad, miró a su compañero en busca de algún tipo de apoyo moral y respondió con seguridad:
- Chica, si tiras una botella de agua a alguien puedes hacer mucho daño. Así que es mejor que le quites el tapón, para que si decides tirarla el agua salga y la botella pierda el control, y a la vez el objetivo.
En ese momento el mismo agente que me daba esta profesional explicación se giraba guiñándole un ojo a su compañero, celebrando la clara respuesta que de él mismo había surgido, sin ayuda de nadie.

Me fui hacía mi sitio, subiendo y bajando escaleras, haciendo equilibrios con mis dos botellines repletos de agua y sin tapones. 
Disfruté del 1-0, a pesar de las injusticias que Medina Cantalejo permitía hasta que... la afición Blaugrana decidió tirar 4 bengalas a los periquitos que estaban sentados en la parte de abajo. No sé si hubo heridos, pero el ambiente no fue para nada agradable. No se pudo disfrutar del futbol, hasta los mismos jugadores (del Espanyol) reclamaban más ánimos y menos agresiones violentas.

La cuestión es clara. Me parece ridículo lo que nos hacen hacer cuando a los visitantes les permiten entrar hasta bengalas. Y encima, nos acabaron ganando de un penalti inexistente. 

En fin, este no ha sido nuestro fin de semana. Tampoco creo que lo sea el siguiente, pero para eso está la afición perica: para sufrir ciégamente.


La marea azul

diumenge, 27 d’abril del 2008

Interesante fin de semana, bocatas serrano, caravana, sol, quemaduras, mochilas, gentío, ruido, velocidad, gritos, saltos, lamentos, fotos, vistas, caminatas, sudores, cansancio, sed, emoción y diversión todo en uno.

Lástima que para el multimillonario F.Alonso, no le haya salido todo del color de las rosas. No te preocupes Fer, la marea azul te seguirá animando y tú cobrando tanto o más que siempre. A pesar de que quemes el R-28 o le compres otra mansión a Raichel.

Por mucho que duela al orgullo español, para cochazo el de los Ferrari.

¡Quién no corre, vuela!

dilluns, 21 d’abril del 2008

Eso decían y por algo lo hacían. Después de presenciar la gran batalla esta tarde, he comprendido por enésima vez este dicho. Nadie te regala nada, es más, si se percatan de que venden duros a cuatro pesetas van a intentar arrebatártelos al precio que sea.

Generalmente, en las asignaturas de economía esto resulta más sencillo de explicar. "La empresa privada busca el beneficio máximo al menor coste". Lo asombroso es que se puede transportar tranquilamente a la vida real. Lo que realmente me asombra es que el nuevo sistema educativo universitario - Bolonia- que se está llevando a cabo, aplauda con ímpetu esta teoría.

Los catedráticos, personas tan formadas técnicamente como culturalmente; los más en los centros universitarios, los especializados, los responsables para que continúen formándose jóvenes que algún día puedan sustituirlos. Ellos, sorprendentemente, también lo apoyan.

He presenciado la peor clase de mi vida, por momentos he creído que estaba ante un escenerio empujándonos todos contra todos intentando conseguir el pescado más fresco.
Difícil de creer, sobretodo sabiendo que estaba en la universidad, un lugar donde se supone que la gente se acaba de formar, de pulir. Veo que no, y no me arrepiento ya que para arpía yo. Para correr mis piernas, para volar mis alas. Pero, ¿es necesario ser arpía?. La respuesta es rotunda, clara y concisa. Eternamente sí.

La lección de hoy es sencilla. Hay que ser arpía si no quieres ser un pringao. Hasta un niño lo entiende. Tienes que correr para llegar a la portería antes que tus compañeros, sino te tocará ser portero; si ves que eres el último y nadie te ve, haz la zancadilla.

Gracias sistema educativo de Bolonia, voy comprendiendo cuáles son tus normas. Aunque muy a mi pesar, me pregunto hasta dónde llegaremos o hasta dónde seremos capaces de llegar.

Anyone else but you

diumenge, 20 d’abril del 2008

De todo y de nada. Sin pretensiones. Casa de la yaya se convierte en el cálido cobijo que todos nosotros hemos disfrutado alguna vez. Esta vez sin nuestros platos favoritos preparados por arte de magia encima de la mesa, sin el calor del invierno abrigándonos, sin los programas rosas sonando a todo volumen por el pequeño living room; tampoco las incontables llamadas de personas sin nombre preguntando por ella, sin las tiradas de cartas adivinando todo lo que pasa y lo que no, lo que el destino nos prepara y lo que nosotros le preparamos a éste; sin sándalos perfumando cada hueco de historias...

Casa de la yaya, de nadie y de todos. 

No hay tiempo, dicen. Llegamos perseguidos por el minutero de nuestro reloj, comemos ensaladas ya sin olivas, nos abrigamos con mantas pero con nuestros dedos helados asomándose por la estrechez de éstas, escuchando noticias importantes para nutrirnos de cultura, por supuesto, a un volumen bajo para no alterar aún más el acelerado ritmo que llevamos durante todo el día; con el destino establecido, sin sobresaltos, sin imprevistos, todo escrito, tal y como debe suceder; desprendiendo con cada paso un olor a igualdad, a similitud entre el resto de pasos que avanzan sin detenerse, como aquellos muñecos de cuerda viendo que ésta está apunto de finalizar junto a su paso...

Ya nada será como antes, definitivamente, echo de menos ser una niña y estar en casa de la Yaya; es por ello que he nombrado así mi blog, por esos increíbles momentos vividos allí.

Y de mientras, unos cuantos años después, la Yaya sigue e insiste con cada palabra del primer párrafo aquí descrito. Calidad de vida señores.